martes, 1 de noviembre de 2016

Butcher's Crossing

Y otros dos más. Echo de menos el blog, pero por lo visto, no tanto.

Este libro ha acabado en el club de lectura en un año en el que nos íbamos a dedicar a los clásicos por una sola razón: mis santas narices. Quería leerlo, quería que fuera en el club, no me daba la gana elegir algo anterior al siglo XX. Una cuestión de cabezonería o de ser una caprichosa, me da lo mismo. Y así hemos acabado, como cada vez que algo se me mete entre ceja y ceja, que al final solamente me gusta a mí.

¿Qué sabía de él antes de elegirlo? Pues como otras veces en este nuestro club de Tortura Lectura de cabecera, NADA. Es que esta vez ni había visto la portada, simplemente sabía que era de John Williams, señor que me parece muy bien desde que leí Stoner, que es uno de los pocos libros que tienen el sello universal de aprobación, que es algo muy excepcional que sólo pasa cuando Desgraciaíto y yo amamos los mismos libros y eso nos acerca. 

Con esa única referencia me enfrenté a Butcher's Crossing, sin saber lo que iba a encontrar y llevándome las manos a la cabeza al ver que un grupo de señores se iban a cazar bisontes. ¡A mí no me gusta el western! ¡Ni las aventuras! ¡Que no se echen al monte, por favor! Pero ya era tarde para mí, reconozco que la prosa de este señor, que igual a ratos peca un poco de adjetivitis, me engancha y hace que me interesen cosas que jamás hubiera pensado que me iban a interesar.

Es una historia de principios y finales, el paso definitivo a la vida adulta del protagonista, Will Andrews, un joven estudiante de Harvard que no sabe qué hacer con su vida y que decide seguir la llamada de la tierra, seguramente antes de encerrarse en una oficina para el resto de su vida. Le pasa eso tan socorrido en la literatura del viaje iniciático, se va siendo un crío y vuelve hecho un hombre, y creo que esa parte está muy bien contada a lo largo de la novela, se va dejando entrever cómo deja de ser un joven impulsivo hasta que en las páginas finales parece tener claro qué quiere y qué no quiere. Asistimos con él al final de una forma de vida, la época en la que casi se extinguen los bisontes debido a la caza descontrolada para comerciar con la piel.

No es el libro de mi vida, sigo siendo mucho más fan de Stoner que de esta novela, pero me ha gustado.

Como siempre, otras reseñas, en este caso me temo que mucho menos entusiastas en el blog del club (para uso de Newland), y en los de Desgraciaito, Pau y Carmen.
--