jueves, 21 de abril de 2016

Libros: Que no, que no me muero

Esto no llega ni a reseña porque resulta difícil hablar de un libro cuando conoces al autor.

PERO. No puedo dejar pasar la oportunidad de recomendar muchísimo este libro. Del todo. Dejad lo que es estéis haciendo, no leáis más y corred a comprarlo.

"Que no, que no me muero", es el segundo libro que leo de María Hernández y el segundo libro suyo que me emociona de casi todas las maneras posibles. Y por eso mismo no soy objetiva.

En este libro nos cuenta la historia de Lupe, que tiene una vida bastante hecha y que además de esa vida con sus amigos, su pareja, sus perros... tiene un cáncer. Y claro, pues toca ponerse a luchar, ir de médicos, tener días buenos, días absurdos y días muy negros. En mi opinión es muy difícil dar con el tono para hablar de un tema tan chungo y también creo que María lo consigue, acompañada de los fantásticos dibujos de Javi de Castro. Que yo no tengo ni idea de dibujos, pero también me han gustado mucho y creo que en todo momento la historia y el dibujo van de la mano.

María tiene una manera de escribir que llega. Llega, te coge y te arrastra para transmitir exactamente la emoción que quiere transmitir. Que eso es maravilloso en los momentos de humor y desolador en los momentos (pocos, muy pocos) en los que Lupe se viene abajo.

Me ha gustado el sentido del humor, tan negro. El momento abono transporte me ha parecido maravilloso. Me he reído hasta las lágrimas y he llorado con Lupe. Y eso dice mucho de un libro.

lunes, 18 de abril de 2016

Libros: Cíclopes

"La realidad es que acabo de solicitar un empleo de elfo. Pero lo peor no es solicitarlo, sino la posibilidad, absolutamente real, de no conseguirlo; de que ni siquiera puede acceder a un puesto de elfo. Entonces es cuando tienes claro que tu vida es un fracaso absoluto."

Así empieza Cíclopes, de David Sedaris (no exactamente así, pero es el primer párrafo que me llamó la atención) . Llegué a este libro vía La Sombra, estábamos de charleta después del curso, hablando de David Foster Wallace y su no ficción y salió este libro. Y claro, me lo llevé. Porque me pareció interesante, y porque soy una fácil comprando libros.

La verdad es que no me ha gustado mucho y que, aunque entiendo la comparación, no hay color. Sobre todo en la sensación que transmite el autor respecto a cómo ve el mundo. Creo que a DFW el mundo le era ajeno, no comprendía muchas cosas y muchas reacciones de los demás, y creo que a David Sedaris lo que le pasa es que no le gusta el mundo. Que es otra manera de que el mundo te sea ajeno, pero Sedaris me ha transmitido mucha más amargura.

"Si lo que buscas es cariño, lo encontrarás en el diccionario justo entre cáncer y condón. Quizá mi madre sea capaz de vivir con frases con esta. Yo sé que no puedo."

El libro es una recopilación de relatos más o menos breves, más o menos autobiográficos... y más o menos interesantes. En general me han parecido bastante desiguales, hay dos (este primero y otro de una familia y su libro porno) que me han entusiasmado pero el resto no han conseguido nada conmigo. Y creo que es más por la sensación de actitud vital que comentaba más arriba que por una cuestión de calidad literaria. Porque en ese sentido el libro va bastante bien, el estilo está depurado y creo que cuenta exactamente lo que quiere contar...el problema es que son historias con las que no conecto, ni siquiera para mal.

Total, que lo regalo.

jueves, 14 de abril de 2016

Libros: Siempre hemos vivido en el castillo

"Me llamo Mary Katherine Blackwood. Tengo dieciocho años y vivo con mi hermana Constance. A menudo pienso que con un poco de suerte podría haber sido una mujer lobo, porque mis dedos medios y anular son igual de largos, pero he tenido que contentarme con lo que soy. No me gusta lavarme, ni los perros, ni el ruido. Me gusta mi hermana Constance, y Ricardo Plantagenet, y la Amanita phalloides, la oronja mortal. El resto de mi familia ha muerto."

Así empieza Siempre hemos vivido en el castillo, de Shirley Jackson. Y justo así es cómo me enganché locamente a un libro que a priori no me llamaba demasiado la atención y que me ha resultado una lectura estupenda.

Este es el cuarto libro del curso de novela estadounidense...sí, el cuarto. Hay un tercero (Go, de John Clellon Holmes) que no he terminado por cosas de la vida que se resumen en una, no me estaba gustando nada. Llegué a la página 80 y pensé que la vida es corta para según qué cosas.

Como dice en la primera frase del libro Mary Katherine vive con su hermana Constance. También con su tío Julian, porque el resto de su familia murió envenenada seis años atrás. No eran la familia más querida en el pueblo pero después de la tragedia la animadversión de los vecinos ha ido a más, a mucho más. Viven recluidas, apenas salen y apenas reciben a gente...y hasta aquí puedo leer, porque es bastante fácil destripar toda la historia.

El misterio del envenenamiento de la familia llena toda la novela, es bastante obvio qué es lo que sucedió, pero lo importante no es qué paso exactamente aquella noche, sino cómo cuenta Shirley Jackson todo lo que vino después, a través de una adolescente, Mary Katherine, que hace muchos años que no tiene una vida normal y que vive por y para una serie de rituales que a sus ojos son imprescindibles para que puedan vivir tranquilas y seguras.

"Todo era culpa del libro, que se había caído del árbol; cometí la negligencia de no reemplazarlo al instante y ahora nuestro muro de seguridad se había desmoronado. Al día siguiente buscaría otro objeto mágico y lo clavaría al árbol."

El lenguaje es preciso y sin artificios, oyes a Mary Katherine y ves el mundo como lo ve ella. Sientes su agobio, su miedo al cambio, su miedo a ir al pueblo...es un poco opresivo. Eso es lo mejor del libro, esa capacidad de transmitir sensaciones. Además, otra cosa que me ha gustado mucho es que cuando menos dice, más dice. Y al revés, cuando más dice, menos dice. No sé explicarlo de otra manera mejor.

Lo peor es quizás esa previsibilidad de varias cosas que suceden en el tercio final de la novela. Pero tampoco es muy horrible y así te sientes listo, por saber cosas que son bastante obvias.

También muy recomendable. Este año lector está yendo bastante bien.

Algunas cosas más que he señalado

"No está bien que los odies, me decía Constance, eso sólo te perjudica a tí. Pero yo los odiaba de todos modos y me preguntaba si su existencia tendría algún sentido."

"No me gustaba tener un tenedor apuntándome y no me gustaba el tono de esa voz que no se detenía nunca; desee que pinchara un trozo de comida con el tenedor, que se lo metiera en la boca y que se atragantara."

lunes, 11 de abril de 2016

Libros: El bar de las grandes esperanzas

Íbamos para todo lo que necesitábamos. Cuando teníamos sed, claro, y cuando teníamos hambre, y cuando estábamos muertos de cansancio. Íbamos cuando estábamos contentos, a celebrar, y cuando estábamos tristes, a quedarnos callados. Íbamos después de una boda, de un funeral, en busca de algo que nos calmara los nervios, y siempre antes, para armarnos de valor tomando un trago.

Así empieza El bar de las grandes esperanzas (Tender bar, en el original, que tiene bastante más sentido y permite hasta juegos de palabras), las memorias de J.R. Moehringer, ganador de un Pulitzer de periodismo en el año 2000.

¿Y cómo llegas a estas memorias? Fácil, porque este señor se ha hecho famoso por el ser el autor de las memorias de André Agassi (Open, aunque Open es posterior), que aunque aparezca Agassi en la portada en realidad no lo ha escrito él, de hecho, al final agradece a Moehringer haber sido tan generoso como para escribir el libro y no figurar como autor, que es una cosa muy disparatada, como si Agassi fuese el primer famoso al que otro le escribe las memorias. 

Y como Open me gustó mucho, y también lo recomiendo, pues tenía ganas de leer las memorias de este señor. 

Obviamente, están bastante noveladas porque hasta lo más crudo lo cuenta en bonito, sin regodearse demasiado en las penalidades de una infancia llena de dificultades económicas y familiares. Cuenta cosas muy crudas (ese ir y venir de casa de sus abuelos cada vez que a su madre se le acababa el dinero para poder vivir independientes, los muebles remendados con cinta aislante, el padre ausente que no es más que una Voz en la radio...) sin darles demasiada importancia, incluso buscándoles el lado cómico. Personalmente lo agradezco porque es un libro que de antemano parece que va a ser un sinfín de penas y calamidades. Y no. Hay penas y calamidades pero también alegrías y risas...hay de todo, porque el autor nos cuenta su vida desde que es un niño pequeño hasta los veintitantos, realmente lo que cuenta es su proceso de hacerse mayor, convertirse en un hombre, que es uno de los temas recurrentes, esa necesidad de ser un hombre, relacionarse con hombres, ser uno de ellos...

Lo que más me ha gustado es la facilidad para dialogar, todo suena creíble, la gente real habla como en este libro. No es por los tacos, que también, sino por lo naturales y fluidos, que no suele ser lo más habitual.

Lo que menos me ha gustado es que las últimas 80-100 páginas pierden un poco el tono y el ritmo. Aunque eso no impide que sea un libro estupendo y bastante recomendable.

"La vida era siempre cuestión de montañas y cuevas: montañas que debemos escalar y cuevas en las que escondernos cuando no somos capaces de enfrentarnos a nuestras montañas."

"El miedo será el combustible de todos tus éxitos y la raíz de todos tus fracasos, y el dilema subyacente de todas las historias que te cuentes a ti mismo sobre ti mismo. ¿Y cuál es la única posibilidad que tienes de vencer el miedo? Ir con él. Pilotar a su lado."

"La vida, dijo, es guerra. Una secuencia interminable de batallas, conflictos, emboscadas, escaramuzas, con unas escasos y brevísimos interludios de paz."

jueves, 7 de abril de 2016

Libros: El año del pensamiento mágico

"La vida cambia rápido. La vida cambia en un instante. Te sientas a cenar, y la vida que conoces se acaba."

Así comienza El año del pensamiento mágico, el libro en el que Joan Didion se enfrenta a sus mayores tragedias personales: la grave enfermedad de su hija (que acabaría falleciendo en 2005) durante la cual falleció su marido de un infarto. En Navidades, para terminar de arreglarlo.

Confieso que tenía unas expectativas tan altas con este libro que me ha sido imposible no acabar decepcionada. Es bueno, pero me esperaba más.

La primera mitad del libro es demoledora, Didion te hace sentir su desgarro, su dolor, te explica muy bien por qué hace lo que hace y por qué esos pensamientos que en teoría son muy locos tienen todo el sentido del mundo: cómo voy a regalar sus zapatos, cuando vuelva no puede estar sin ellos...te parte el corazón. 

Seguramente no ha terminado de acertar conmigo por un tema puramente personal, lo he leído desde la feliz ignorancia de quien sólo ha sufrido en su vida pérdidas esperadas, lógicas y que mantienen el teórico orden natural de la vida. 

"Esto es un intento por encontrar sentido al tiempo que siguió, a las semanas y meses que desbarataron cualquier idea previa que yo tuviera sobre la muerte, la enfermedad, la probabilidad y la suerte, la buena o la mala fortuna, sobre el matrimonio y los hijos y el recuerdo, sobre el dolor y los modos en que la gente se plantea o no el hecho de que la vida acaba, sobre la precariedad de la cordura y sobre la vida misma."

Realmente este libro va de eso, de su camino por el duelo, desde el dolor más absoluto...

"El desconsuelo, cuando llega, no tiene nada que ver con lo que esperamos (...) el desconsuelo es diferente. El desconsuelo no tiene distancia. El desconsuelo llega en oleadas, en acometidas, en repentinos arrebatos que debilitan las rodillas, ciegan los ojos y borran la cotidianeidad de la vida."

...hasta el momento de juntar su dolor con la realidad, hasta que la ves asumir que puede gestionar la ausencia como mejor le parezca, pero que eso en realidad no va a cambiar nada.

"Comprendí que daba igual cuál fuera la respuesta a mi pregunta. Había ocurrido. Esa era la nueva realidad que tenía delante."

Recomendado sólo para momentos o de mucha pena para poder regodearte en tu pena o de mucha paz con el mundo para que te rompa el corazón lo menos posible.


lunes, 4 de abril de 2016

Libros: Nos vemos allá arriba

"Todos los que pensaban que aquella guerra acabaría pronto habían muerto hacía mucho tiempo. Precisamente a causa de la guerra."

Y con Nos vemos allá arriba ya he leído todo lo que hay publicado en español del maravilloso Pierre Lemaitre, de momento, que Camille nos tiene que llegar en cualquier momento. No tiene nada que ver con lo que había leído antes, aquí dejamos de lado el aspecto más "novela negra" y nos vamos a los últimos días de la Primera Guerra Mundial, aquel disparate bélico de hace cien años en el que murieron, como dicen en el libro, 50.000 personas a la semana durante 52 MESES. 

La acción comienza con el intento de conquistar una loma completamente intrascendente para el desarrollo de la guerra. El teniente d’Aulnay-Pradelle ordena una absurda ofensiva contra una loma, ofensiva que es irrelevante para el desarrollo de la guerra pero que tiene consecuencias devastadoras en dos soldados, Albert Maillard y Édouard Péricourt. Los tres, de una manera u otra, van a tener desde ese momento sus vidas totalmente entrelazadas. Y no cuento más porque merece la pena descubrir lo que pasa leyendo el libro.

"Serían capaces de sostener que conquistar treinta metros podría cambiar realmente el desenlace de la guerra y que morir hoy es aún más útil que haber muerto ayer (...) no era sólo el miedo a morir, era la perspectiva de morir entonces. Morir el último, se decía Albert, es como morir el primero, una gran gilipollez."

Lo que más me ha gustado es la manera en que Lemaitre va tejiendo la trama, cómo van pasando unos personajes por las vidas de otros, lo bien que explica por qué cada uno lo que hace, la inutilidad, no ya de la guerra, que también, sino la sensación de inutilidad de los soldados al volver de ella, todo el mundo está muy agradecido pero les es muy difícil encontrar su sitio en la sociedad civil. 
Para mí lo mejor de Lemaitre es siempre su capacidad de trasladarte a la cabeza de los personajes, de ponerte en su piel y de transmitirte sus sensaciones.
Eso y el momento "Frankly, my dear, I don't give a damn" que uno de los personajes le dice a otro

"No intervendré, porque no deseo intervenir. De hecho, X, estoy escuchándote pero todo esto no me interesa nada (...) no, X, no lo entiendes. Lo que no me interesa no son tus negocios, eres tú."

Lo que menos me ha gustado es nada. No es mi libro favorito de Lemaitre, pero me ha gustado mucho, aunque no lo suficiente para Pau, que sufre porque no me ha parecido maravillosísimo.